Tras leer el editorial del Diario La Rioja del martes 29 de octubre con el título «gas rentable», nos vienen a la cabeza las cifras récord en Europa de los beneficios de las empresas energéticas de este país.
El gas del yacimiento de Sotés no será Fracking aseguran empresa y administraciones, es posible que así sea, pero no será extraído por un sistema convencional, entre otras cosas porque está a 4 km de profundidad, y el gas metano llegará a la superficie con agua salada e hidrocarburos condensados, los segundos serán trasladados a refinería para tratarlos mientras que el agua salada (millones de litros), dado que es muy caro su tratamiento se reinyectará en la propia zona (no olvidemos: Sotés, Hornos de Moncalvillo… hasta los pies del mismo Logroño). ¿Es seguro esto? ¿Se han analizado correctamente los riesgos de contaminación de los acuíferos de la zona? ¿Hay posibilidad de filtraciones a las capas más superficiales con el problema que eso crearía? ¿Son asumibles estos riesgos en una zona tan poblada y dependiente de la agricultura?
La plataforma Castor, esa misma que recibió en su día el visto bueno de las administraciones para inyectar gas frente al Delta del Ebro, y que ha producido centenares de seísmos en la zona por ello en unas pocas semanas, tampoco era fracking pero se acoge a la misma legislación ambiental y al estudio de similares expertos en gestión de hidrocarburos. Pues bien, además del monumental desaguisado, los costes de ese proyecto ya casi retirado del mapa por la alarma social, encima los pagaremos entre toda la ciudadanía: una vez más privatizamos beneficios y socializamos pérdidas.
La geología no es la misma en la zona de Castor que aquí en La Rioja, lo conocemos, hasta ahí llegamos, pero el problema no es ya éste, sino que la normativa medioambiental ha sido retocada recientemente por el gobierno central, precisamente para que los hidrocarburos, cada vez más escasos, peores y a mayor profundidad, sean más sencillos de gestionar en los despachos. ¿Para quién se legisla?
Estamos ya en el ocaso de los hidrocarburos, no reconocerlo es cerrar los ojos a una realidad que además los venerados mercados ya corroboran: los precios del barril de petróleo no paran de subir desde hace ya más de dos decenios, y no van a parar, ayudados por la demanda de países en gran crecimiento como China e India y que cada vez hay menos reservas, de menos calidad y en peores condiciones de extracción. ¿Se legisla de acuerdo a esta realidad? Es decir ¿Se tiene en cuenta lo finito de nuestro planeta y los recursos cuando se legisla?
El gas natural, que con ese segundo nombre parece algo limpio y maravilloso, resulta que es otro hidrocarburo más, metido en la misma rueda de los mercados del petróleo y sujeto a similares leyes económicas y geoestratégicas, y que además de caro no tiene futuro a medio plazo porque las reservas son limitadas, vivimos en un planeta que tiene límites, es una obviedad a menudo olvidada por los gobernantes y por supuesto por el capital. Además es un gas de efecto invernadero muchísimo más potente que el propio CO2.
Se agotarán los pozos de Sotés y Hornos, en muy pocos años además, y le sacarán un nuevo uso muy rentable para las empresas: almacenarán gas, inyectándolo de nuevo en las oquedades de la roca que entonces estarán libres: millones de metros cúbicos de nuevo inyectados, ahora sí, como se hizo en la plataforma Castor ¿Realmente se conocen los riesgos? ¿Quién gana con este nuevo uso de nuestro suelo? ¿Nos van a bajar el precio del gas a los riojanos?
Y el empleo, el bendito empleo del que tan necesitados estamos como sociedad. Muy lejos del 9% de desempleo prometido para esta legislatura se sigue con las mismas fórmulas del pasado siglo, en materia energética sobretodo: ¡Invertir en hidrocarburos! Cuando además es empleo deslocalizado, prácticamente ningún empleo es local y viene y se va. El empleo en renovables es mayoritariamente local, crea redes muy fuertes de PYMES en la zona y además el viento y el sol son ilimitados. Se decía en los años setenta que se necesitaban las energías sucias como la nuclear o el petróleo entonces y que en el futuro serían las renovables las encargadas de proporcionarnos la energía, pues bien, hace ya años que tanto solar como eólica son tecnologías maduras y rentables no solo económicamente sino social y medioambientalmente. ¿En que se piensa cuando se legisla? ¿En la rentabilidad de quién se piensa?
Nos quedaban las renovables como recurso en vez del gas y el petróleo, pero… las decisiones en materia energética de los dos últimos gobiernos han terminado por hundir el sector renovable en este país. Mientras las energéticas se venden como sostenibles y líderes en renovables, sus sugerencias al ejecutivo se están teniendo tan en cuenta a la hora de legislar que hasta copian términos de aquéllas como el de «peaje de respaldo», en referencia a la tasa que por tener en casa una placa fotovoltaica de apoyo a nuestro consumo, nos va a cobrar el ministerio de industria… es decir, nos va salir mucho más cara la energía que nos produzcamos con un recurso gratuito y renovable que comprar la energía a la red. De nuevo: ¿para quién se legisla?
En EQUO pensamos que los yacimientos de empleo están en la economía verde,pero la de verdad y sin maquillaje, no en vano otros países europeos ya tienen porcentajes de empleo verde que pronto llegarán al 20% mientras que volvemos a la cola europea en este y otros sectores estratégicos. Se ha de legislar para el bien común, que no para el de grandes corporaciones. ¿De verdad que el gas de Sotés es rentable para los riojanos?
Juange Iglesias
Coportavoz de EQUO-Verdes de La Rioja
Este artículo fue publicado en la Tribuna de La Rioja el día 31 de Octubre de 2013, algo más reducida por cuestiones de espacio periodístico.